El Legal Management Forum celebrado en Madrid el pasado martes, contó en su cierre con la intervención de un acreditado estudioso de la industria legal: Richard Susskind. Profesor de la Universidad de Oxford, conferenciante internacional y autor de libros esenciales sobre la evolución y el futuro de la profesión jurídica como The future of law (1998); Transforming the law (2003); The end of lawyers (2010) oTomorrow’s lawyers (2013).
El objeto de su presentación fue el futuro de la abogacía, describir como la reciente e intensa crísis económica ha afectado a la profesión, qué alternativas se ofrecen para su viabilidad en un nuevo entorno, las mejores estrategias para afrontarlas y la gran relevancia de las tecnologías en el desarrollo y evolución de la abogacía y todos los ámbitos relacionados con ella.
Según Susskind, la crísis económica iniciada en 2008 ha introducido grandes cambios en la forma de ejercer la profesión y de relacionarse con los clientes. Principalmente, estos están cada vez menos dispuestos a pagar las altas tarifas profesionales que hasta ahora se venían cobrando por la prestación de los servicios de los abogados.
Esto ha abierto una crisis en la profesión a la que los despachos y firmas ha reaccionado de diferentes maneras. Pero los efectos sobre los precios no son las únicas circunstancias que han cambiado.
Susskind se refiere a lo que él denomina los tres motores de cambio en la profesión: el “más por menos”, la liberalización y las tecnologías de la información. Y estos motores traido unas consecuencias a la profesión de la abogacía que tienen visos de permanecer, incluso una vez que esta haya pasado la crísis o se inicie la recuperación.
LOS TRES MOTORES DEL CAMBIO EN LA PROFESIÓN
“Más por menos” significa que, como consecuencia de la crisis, los clientes han reducido enormemente su presupuestos de gastos legales, sin reducir a la vez el nivel de servicio esperado. Ello ha incidido directamente en los presupuestos de los despachos, que se han visto obligados a reducir sus precios y presupuestos de ingresos, manteniendo a la vez un alto nivel de calidad y ello en un marco en el que la complejidad regulatoria no cesa de aumentar.
La liberalización, ha provocado que profesiones sin específica cualificación como abogado puedan prestar servicios legales.
Y finalmente las tecnologias de la información, que están alcanzado un grado de sofisticación que permiten prácticamente a cualquier realizar algunas tareas antes reservadas a profesionales bien formados.
Y la importancia de la tecnología en este cambio es esencial: “En los próximos diez años, el impacto de la tecnología traerá más cambios para la abogacía que los observados en el sector en el último siglo”, destacó.
LO QUE ESPERAN LOS USUARIOS
Para ser afrontar adecuadamente los retos que plantea esta nueva situación, es importe, según Susskind, identificar cual es el valor de los servicios ofrecidos por los abogados, en relación con lo que los clientes esperan de ellos.
Para ello usó un simple ejemplo: si los clientes quieren o necesitan hacer un agujero en la pared, el abogado es el taladro que sirve para hacerlo. Pero lo que el abogado espera es agujero en sí, no la herramienta. Y hoy esperan que esa herramienta sea barata y buena.
Con otro ejemplo, cuando un cliente está al borde un precipio, no quiere una ambulancia al pie del mismo para recogerlo cuando caiga, sino una buena protección en la parte de arriba que le impida caer.
Lo que traducido a nuestro ámbito quiere decir que, en última instancia, los clientes no quieren resolver los litigios, más simplemente, lo que quieren es evitarlos.
¿PARA QUÉ SIRVE ENTONCES EL ABOGADO?
Ante este escenario el abogado debe identificar para qué tipo de problemas de sus clientes él es una solución.
Cómo convertir su conocimiento en un beneficio para los clientes, porque el problema no es tanto el conocimiento técnico del abogado, sino como aplicarlo para resolver problemas para sus clientes.
Y debe hacerlo sabiendo que no se puede ser una solución para cualquier problema. Que hay que saber en qué se es realmente útil y buscar la colaboración con otros para seguir reportando utilidad para nuestros clientes.
Ello requiere además, evitar la realización de tareas repetitivas y que no aportan valor al cliente, sirviendo solo para engrosar la factura final, algo por lo que los clientes ya no están dispuestos a pagar.
ESTRATEGIAS DE EFICIENCIA Y ESTRATEGIA DE COLABORACIÓN
Ante la presión sobre los precios de los abogados por parte de los clientes, muchos despachos y firmas han reaccionado simplemente reduciendo los precios de sus servicios, reduciendo sus también sus costes e incluso su personal. Pero según Susskind, esto no es suficiente.
La supervivencia de los despachos en el futuro va a requerir, por un lado, que los despachos diseñen estrategias de eficiencia, que identifiquen aquellas tareas en las que realmente son útiles y aportan valor para resolver los problemas de los clientes, lo que implicar descomponer su trabajo en tantas tareas eficientes como se puedan identificar, evitando la realización de trabajos no competivivos. El abogado debe buscar la manera de “desagregar” cada ‘pieza’ del servicio legal para gestionarlo individualmente de un modo más eficaz, teniendo en cuenta los intereses de los clientes.
Para el resto, debería diseñarse un estrategia colaborativa destinada a reducir sus costes y mejorar su eficiencia, identificando aquellas tareas que se pueden automatizar o externalizar, así como la posibilidad de eliminar aquellas labores para las que los abogados están sobrepreparados, estandarizando las funciones más básicas y asignándoselas a personal de apoyo, o lo que se conoce en el sector como ‘paralegal’.
“A las empresas no les importa tanto pagar más por un trabajo que aporta valor añadido, pero no por algo que pueden hacer los abogados junior”, insistió Susskind, que invitó al nutrido público de abogados que lo escuchaba a que se preguntaran lo siguiente: “¿Para qué problema eres la solución?, ¿cuál es el valor fundamental que aportas como abogado?, ¿cómo conviertes tu conocimiento en valor añadido para el cliente?”
Y para ello una de las claves para ello es necesario no mirar tanto a la situación actual del sector, sino hacia su previsible evolución en los próximos años, para anticiparse.
¿CUÁLES SON LAS TAREAS ESENCIALES DEL ABOGADO?
La confección y revisión de documentos legales; la búsqueda de informaión legal; la gestión de proyectos que impliquen un relevante componente legal; la dirección procesal; las clausulas legales en el ámbito electrónico (electronic disclosure); la estrategia legal; la táctica legal; la negociación y la defensa legal, son aquellas tareas esenciales, según Susskind, en las que los abogados siguen aportando un valor diferenciador respecto de otras profesiones.
En aquellas en las que no se sea suficientemente bueno, es mejor externalizarlas.
LA IMPORTANCIA DE LA TECNOLOGÍA
Y la importancia de la tecnología en este cambio es esencial: “En los próximos diez años, el impacto de la tecnología traerá más cambios para la abogacía que los observados en el sector en el último siglo”, destacó, por lo que los profesionales del Derecho tienen que esforzarse por anticiparse al mercado y dejar atrás su “irracional rechazo al uso de las nuevas tecnologías”.
De hecho, destacó, las tecnologías de la información son el tipo de cosas que mantendrán la profesión. Van a seguir mejorando constantemente y su utilidad para anticipar problemas, analizando, por ejemplo, las tendencias de búsqueda de los usuarios en Google, irán revelando progresivamente su utilidad y las nuevas posibilidades que ofrecen.
TAMBIÉN LOS TRIBUNALES SE VERÁN AFECTADOS
Los efectos de la tecnología no se limitarán al trabajo de los abogados. También los tribunales sufrirán, según Susskind, cambios radicales. Podemos esperar la aparición de figuras como Tribunales virtuales o servicios on line de resolución de conflictos
ADVERTENCIA FINAL PARA LOS ESCÉPTICOS
Susskind concluyó su presentación con un pequeño aviso para los excépticos de estos planteamientos, para los que creen que la cosa no es para tanto. Para ellos expuso los que denomina las cuatro fases de aceptación de los vaticinios o predicciones sobre el futuro y evolución de nuestra profesión:
1. Eso es una tontería sin sentido (“What you’re saying is worthless nonsense”);
2. Lo que usted dice es un punto de vista interesante pero distorsionado (“What you’re saying is an interesting but perverted point of view”)
3. Lo que usted dice es cierto, pero muy poco importante (“What you’re saying is true but quite unimportant”) y, finalmente,
4. Yo siempre lo había dicho (“I have always said so”)